No es más propensa la mujer que el hombre a padecer Alzheimer.
La incidencia de demencia en general, incluida la enfermedad de Alzheimer, aumenta con la edad, con una progresión significativa a partir de los 60 años. En la mayoría de países occidentales, es más numeroso el grupo de mujeres mayores con Alzheimer que el de hombres. La diferencia entre ambos sexos es pequeña en el primer tramo de la jubilación, entre los 65 y 75 años, pero después de los 85 el número de mujeres con Alzheimer es más elevado que el de hombres. La mayor supervivencia de la mujer se relaciona sin duda con que la enfermedad sea más prevalente en ella a edades avanzadas, pero no lo explica todo.
La menopausia prematura, situación que sucede cuando la mujer tiene la última menstruación antes de los 40 años, es un factor de riesgo para el deterioro cognitivo y el Alzheimer, además de serlo para otras enfermedades como la cardiovascular y la osteoporosis. Frecuentemente se trata de mujeres sometidas a histerectomía ampliada con extirpación ovárica por causas médicas. Pueden recibir temporalmente suplemento hormonal para el tratamiento de algunos síntomas de la menopausia.
La menopausia natural no se asocia con cambios objetivos del declinar cognitivo. Tampoco parece aumentar el riesgo a padecer Alzheimer. Los estrógenos no mejoran la cognición ni previenen el Alzheimer. Su administración crónica está contraindicada además por añadir, a partir de determinada edad, riesgos tromboembólico y cancerígeno (cáncer femenino de mama y endometrio).
Desde hace pocas décadas, por influencia de los movimientos feministas, se han separado los conceptos de sexo y género. Si el primero trata de las diferencias biológicas que la naturaleza establece entre los sexos, la ideología de género se refiere a los roles sociales que la sociedad atribuye a hombres y mujeres. El feminismo lucha por cambiar la tradición patriarcal (hogar, familia e hijos) en favor de la liberación económica y social de la mujer (igualdad de la mujer respecto al hombre respecto a educación y formación, empleo y salario, cuidado de hijos y familiares con dependencia, etc.). En los países occidentales, el nivel educativo y social de la mujer se ha aproximado mucho a la igualdad en las últimas décadas, pero, en bastantes países del tercer mundo, la tasa de alfabetización y las oportunidades para la mujer, fuera del papel tradicional, son muy inferiores. Sin duda, la reserva cognitiva (basada en la educación y adquisición de cultura) es un factor protector frente al Alzheimer, medios de formación a los que no han tenido las mujeres las mismas facilidades de acceso en todas las partes ni en todas las épocas.
El llamado estudio de las monjas fue realizado por David Snowdon a finales del pasado siglo en una comunidad de Hermanas de Notre-Dame, congregación católica que reside cerca de Minneápolis, en Estados Unidos. Las condiciones de vida en el convento eran similares para todas las monjas. Se mantenían muy activas todo el día y la mayoría alcanzaba una edad avanzada. Una de las tareas que asumían desde el noviciado consistía en escribir un diario de sus vivencias espirituales. Donaron sus cerebros a la ciencia y otorgaron permiso para consultar sus diarios cuando fallecieran. Estudiando los cerebros, se pudo correlacionar que las monjas que no tenían lesiones vasculares habían fallecido sin síntomas de demencia, aunque tuvieran muchas lesiones típicas de Alzheimer. Por otra parte, aquellas que redactaban sus diarios con un lenguaje más rico, porque habían cursado estudios durante su juventud, también eran menos propensas en la vejez a la demencia. El estudio sirvió para enfatizar que la enfermedad vascular anticipa y potencia el Alzheimer y que las personas con mayor reserva cognitiva son más resistentes a la enfermedad.