Primeras señales del Alzheimer

6 Abr

13. ¿Cómo se diferencia la pérdida de memoria al inicio de la enfermedad de Alzheimer de los olvidos habituales de las personas mayores?

A diferencia de los olvidos puntuales de las personas mayores, en el Alzheimer la pérdida de memoria es cada vez más importante y pronto aparecen otras alteraciones mentales.

No es fácil diferenciar los olvidos provocados por las lesiones cerebrales, al inicio del Alzheimer, de los que ocurren en personas de edad, pero que no padecen la enfermedad. En el primer caso, la pérdida de memoria cada vez es más importante y pronto se añaden otras alteraciones cognitivas. Sin embargo, los olvidos puntuales que aparecen en sujetos normales, a partir de la quinta década, aunque se incrementan con los años, nunca evolucionan de manera tan desfavorable. Más del 50 % de las personas mayores de 65 años se quejan de olvidos, lo cual a muchos les preocupa, pero afortunadamente esto no quiere decir que todas esas personas vayan a sufrir una demencia, ya que a partir de esa edad la padece solo entre el 5 y 10 % de la población.

La memorización es un proceso mental complejo en el que intervienen varios elementos:

1) Atención: si uno se fija mucho en un determinado mensaje, lo más probable es que nuestro cerebro lo almacene en la memoria y, posteriormente, pueda recordarlo, es decir, pueda reproducirlo sin dificultad, todo o en su mayor parte.

2) Interés: en los jóvenes hay interés por todo lo nuevo y, especialmente, si se trata de algo interesante para los demás. Lo que tiene atractivo social produce impacto psicológico y conduce al mimetismo, a imitar lo que hacen los demás. Esto explica fenómenos que van desde la moda a los grupos de fans (seguidores fanáticos de alguien famoso en el mundo del espectáculo). Pero con la edad, el interés por los sucesos externos se hace más selectivo y está motivado por la utilidad del mensaje recibido, en función de la experiencia adquirida, a lo largo de la vida. Muchas veces no interesa tanto lo nuevo como lo que se parece más a lo que ya hemos aceptado con anterioridad como útil y forma parte de nuestro conocimiento. No prestar la suficiente atención para fijar la información es la base principal de los olvidos que podríamos llamar benignos, o dependientes de la edad, pero no estrictamente patológicos.

3) Motivación: es la fuerza más poderosa para aprender, para mantener en la mente un pensamiento y más aún, para dirigir la conducta al logro de lo que apetece conseguir sin escatimar esfuerzos.

Factores que contribuyen a los olvidos son:

(1) La pérdida sensorial de vista y oído en las personas mayores.

(2) Los estados de ansiedad y depresión, que acaparan la atención hacia las propias emociones y difuminan cualquier información externa no relacionada con las preocupaciones personales. El estrés produce a veces “bloqueos mentales”.

(3) El envejecimiento de algunas funciones cognitivas y motoras. Sobre todo de las funciones del lóbulo frontal, que se encarga de codificar la información para recuperarla en el momento preciso.

Una persona mayor puede no recordar un nombre o una palabra de poco uso, pero basta con una ayuda para que recupere en seguida la información. Las personas mayores también hablan y caminan más despacio que los jóvenes. Por eso a los estudiantes de un idioma extranjero se les recomienda, al principio, que practiquen con gente mayor del país. Se les entiende mejor y, además, les gusta charlar con la gente joven. La gente mayor pierde, en mayor o menor medida, la capacidad para hacer una doble tarea simultánea, cosa que a menudo requiere estar en movimiento. Los jóvenes tienen muy desarrollada esa capacidad, por ejemplo, hablar con uno y a la vez mandar un whatsapp a otro. Si un anciano/a está calentando leche y a la vez atiende el teléfono, es muy probable que con la charla olvide lo primero y se encuentre después con la leche derramada. Pero la naturaleza compensa, a través de la experiencia, los pequeños déficits cognitivos que aparecen con la edad. Los individuos más activos intelectualmente, con un nivel sociocultural por encima de la media y que conservan interés por todo lo nuevo, están más protegidos frente al deterioro cognitivo y parecen inmunes al paso del tiempo, manteniendo un estado mental excelente e incrementando su reserva cognitiva hasta el final de sus días. De ahí que se recomiende el ejercicio intelectual como medio de preservar la capacidad cognitiva de la mente.

Los rasgos que diferencian los olvidos puntuales de los más preocupantes del Alzheimer son:

(1) En general, los olvidos benignos son esporádicos y ocurren respecto a cosas ya memorizadas con anterioridad, pero que no son importantes o que utiliza con menor frecuencia el sujeto. Mientras que en el Alzheimer los olvidos son frecuentes y afectan con preferencia a los hechos recientes.

(2) Las pistas de ayuda, que se reciben de otros o la propia reconstrucción mental, evocando lo que se estaba haciendo en ese momento, facilitan el recuerdo en los olvidos de la persona mayor. La gente lo expresa diciendo que encontró la palabra o el nombre que buscaba, después de darle vueltas al tema en la cabeza. Pero eso no se consigue en el Alzheimer, donde lo que se borra, borrado queda y los fallos cada vez son más constantes.

  14. ¿El primer escalón del deterioro cognitivo puede aún ser reversible?

El deterioro cognitivo leve puede deberse a múltiples causas, algunas potencialmente reversibles. Sin embargo, el deterioro cognitivo también puede ser el inicio clínico de la enfermedad de Alzheimer. Si el diagnóstico que resulta es Alzheimer, lo mejor es tratarlo con la medicación existente, antes de que aparezca la demencia.

El deterioro cognitivo incipiente es un estado intermedio entre el declive intelectual asociado al envejecimiento y la pérdida amnésica por Alzheimer, en el que hay dificultad para recordar hechos recientes. Cuando el dominio que se afecta es el de la memoria, quien lo padece tiene olvidos muy frecuentes en cosas cotidianas del pasado próximo, lo que puede expresar mediante frases como estas: “No sé dónde puse las llaves”… “No encuentro las gafas”… “No recuerdo dónde dejé el coche aparcado”. También suele fallar la memoria prospectiva, la que se programa con la intención de que aparezca un recuerdo en un futuro próximo. Olvidarse, por ejemplo, de lo que tenía que hacer en un momento dado, pero cuando llegó ese momento no se acordó de hacerlo. Y, así, quienes tienen ese problema fallan a la cita con el médico o a cualquier reunión programada con antelación, si lo fían a la memoria, en lugar de tenerlo anotado en la agenda.

No siempre el comienzo se circunscribe al dominio de la memoria. A veces se afecta también el dominio del lenguaje. No se recuerda el nombre de una persona conocida o de un objeto en el momento que se tiene delante. No sale la palabra que debería utilizarse en la conversación y el sujeto se queda cortado e interrumpe el discurso.

No es infrecuente que lo que primero llame la atención es un cambio de personalidad o de carácter. Una persona que era tolerante se vuelve irritable y le molesta todo; o empieza a desinteresarse por todas aquellas personas que componen su familia, cuando antes no era así.

El deterioro cognitivo incipiente se llama también trastorno neurocognitivo leve. Cuando afecta al dominio mnésico, el trastorno de memoria no es una simple queja del paciente, sino algo que corroboran quienes viven con él y le acompañan a la consulta. Puede en cambio conservar intactas el resto de las funciones cognitivas y tener completa independencia para todas las actividades de la vida diaria.

(1) El médico ha de valorar si los olvidos se relacionan con cualquiera de las siguientes causas, corregidas las cuales los síntomas podrían revertir y desaparecer o al menos mejorar mucho:

  1. a) Alteraciones emocionales de tipo ansiedad y depresión por estrés continuado.
  2. b) Aislamiento social.
  3. c) Déficit sensorial importante afectando a la vista y la audición.
  4. d) Uso crónico de algunos medicamentos sedantes (tranquilizantes, hipnóticos, determinados analgésicos, antihistamínicos o fármacos con efecto anticolinérgico).
  5. e) Consumo de alcohol o drogas ilícitas.
  6. f) Hipovitaminosis B12 (por déficit de absorción en pacientes con problemas gastrointestinales o que toman desde hace mucho tiempo Omeprazol).
  7. g) Hipotiroidismo (por defecto de funcionamiento de la glándula tiroidea).
  8. h) Otras enfermedades crónicas especialmente aquellas que se acompañan de dolor crónico o dificultad para la movilización (artrosis).

(2) Diferente es la situación de los pacientes cuyo problema de memoria se acompaña de lesiones cerebrales de causa vascular, asociadas a enfermedades crónicas (o estilos de vida poco saludables), que dan escasa sintomatología al principio, hasta que aparecen las complicaciones:

  1. a) Hipertensión arterial.
  2. b) Diabetes del adulto.
  3. c) Hipercolesterinemia (exceso de colesterol en la sangre).
  4. d) Obesidad.
  5. e) Enfermedad cardíaca (fibrilación auricular y otras productoras de embolias cerebrales).

Estas enfermedades aumentan el riesgo de Alzheimer de manera especial en pacientes portadores del gen APOE ε4. En todos los casos, es mandatorio corregir todos aquellos factores de riesgo modificables. Si se logra ese objetivo, los resultados van a ser siempre favorables y van a ir desde mejorías a estabilizaciones con retardo del declive cognitivo.

(3) Por último, en algunos casos el deterioro cognitivo leve marca el inicio clínico de la enfermedad de Alzheimer. Se habla entonces de pródromos de Alzheimer, porque el trastorno todavía no alcanza la gravedad de la demencia, pero la enfermedad ya está presente. Conviene tener un diagnóstico precoz, apoyado en los estudios de neuroimagen, para iniciar el tratamiento anti-demencia lo antes posible.

Este planteamiento en tres modelos teóricos admite variedad de casos intermedios. Desde el principio, conviene modificar todos los factores de riesgo posibles y revisar la evolución clínica de los pacientes a través de consultas sucesivas.

  15. ¿Cuándo empiezan a ser preocupantes los síntomas del paciente aún no diagnosticado de enfermedad de Alzheimer?

Algunos síntomas señalan el inicio de una etapa grave de la enfermedad. Entre ellos están el cambio de personalidad, no darse cuenta del déficit mental que se padece o perderse en una calle conocida de la ciudad.

La enfermedad de Alzheimer se manifiesta de modo diferente en cada persona. A menudo los familiares directos, antes del diagnóstico, ya tienen la sensación de que algo malo le pasa al paciente. Suelen expresarlo a través de frases como éstas: “Ya no es el mismo de antes”… “Ha perdido interés por las cosas que antes le gustaban”… “No se acuerda de lo que termina de hacer”… “Se desorienta en la calle”… “Solo habla del pasado y repite siempre lo mismo”. Muchas veces estos síntomas se presentan sin que el paciente sea consciente de su importancia. Incluso si se le dice lo que le ocurre, lo rechaza o replica enfadado que se exagera mucho sobre algunos olvidos que tiene, como todo el mundo a su edad. Hay en estos casos una falta de reconocimiento de los síntomas (anosognosia). Sin embargo, hay enfermos muy inteligentes que se dan cuenta de que están perdiendo facultades cognitivas. En muchas ocasiones, al principio hay cambios del estado anímico que se suelen justificar atribuyéndolos a disgustos o fallecimientos familiares, pero que no son proporcionales a las pérdidas.

Cuando estas manifestaciones y olvidos progresan a lo largo del tiempo, se hace el diagnóstico de deterioro cognitivo. Lo aconsejable es acudir al médico de familia para valorar lo antes posible si los síntomas corresponden al inicio de una demencia, en cuyo caso el especialista señalará de qué tipo se trata y propondrá el tratamiento más adecuado. Aunque la demencia más frecuente es la enfermedad de Alzheimer, existen otras formas de deterioro cognitivo y algunas de ellas pueden ser reversibles, como ocurre con las secundarias a hipotiroidismo, infecciones, diferentes fármacos, carencias vitamínicas, intoxicaciones, procesos metabólicos, hematomas subdurales y otras.

Sobre los síntomas de inicio en la enfermedad de Alzheimer, conviene recordar:

(1) Los olvidos son, con frecuencia, la primera manifestación. Le acompañan en seguida los pequeños fallos en el lenguaje.

(2) Los cambios de carácter o personalidad (“no es el mismo de antes”… “se ha vuelto más desconfiado”…), con falta de reconocimiento del déficit de memoria, también son frecuentes.

(3) Las alteraciones de las funciones ejecutivas se expresan, a veces, como desánimo, desgana y dejadez para tareas habituales.

Sin embargo, es corriente que se retrase el diagnóstico de los pacientes más de un año, hasta que la progresión de los síntomas hace obligado llevar al enfermo al médico, completar el diagnóstico e iniciar el tratamiento. Respecto a otras demencias, muchas veces antes de los problemas de memoria, presentan otros síntomas, como: dificultades en la atención, desorientación, episodios confusionales y trastornos de la conducta.

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